Daniel Radcliffe
Adaptar un libro es una de las actividades más difíciles que se puede encontrar en todo el amplio mundo del cine, opina Omar Farías. Nunca se queda bien con todos, al final siempre el libro es mejor. En los últimos tiempos los best sellers se han proliferado de una manera inusitada y para aprovechar el público cautivo las adaptaciones han proliferado. Este es el caso de la saga de Harry Potter que desde 1997 ha conquistado por más de una década a una audiencia gigantesca.
Toca de nuevo el turno a David Yates quien ya había dirigido la pasada entrega «Harry Potter y la Orden del Fénix (2007)» y cuyos resultados podemos recordar cómo no del todo aceptables (aún para los fanáticos). Los errores que se cometieron fueron revisados y esto se nota en el producto final, los personajes tienen más fuerza, hay más tiempo con los secundarios y el gran reto que resultó introducir a todos los nuevos miembros de la «Orden», no existen más. Pero a pesar de todo esto, el problema de este largometraje no radica en su dirección, sino en su materia prima, ya que la adaptación cinematográfica está dirigida a un público que se encuentre compenetrado ampliamente con el mundo del hechicero adolescente.
Omar Farías observa en primera instancia que el guión no da concesiones con el público que no sea conocedor. Se deja patente que esta es la sexta película y aquel que no entienda o se atreva a olvidar a algún personaje debe de repasar los libros o en su defecto, ver las otras películas. El escrupuloso recuerdo de nombres, personajes y utensilios que Harry y sus amigos manejan son considerados como deber para la audiencia. Esto no puede menos que resultar en una alienización para todo aquel que sólo ve las películas cada dos años (aproximadamente), pero en su contraparte quienquiera que esté familiarizado con lo anterior, verá recompensada su sapiencia.
Pero si algo podemos mantener en claro aunque no seamos fanáticos de la saga es a los tres personajes centrales. Como bien se ha discutido, los antes niños ahora son adolescentes y la labor de H.R. Rowling en describirlos llenos de miedos e ilusiones propios de su edad es bastante loable. Hasta cierto punto, las andanzas amorosas de este trío compensan que no sepamos exactamente contra quién luchan o como es un curso en Howards, pero sí estamos al tanto de a quien le gusta quién. Lamentablemente la estructura del guión, debido a su naturaleza, de nuevo posiciona a los no conocedores en un punto intermedio, dónde todas las andanzas del trío dispersan la atención ya que llega un momento que nos olvidamos por completo que hay un «Señor Oscuro» al acecho. De hecho, el famoso príncipe mestizo brilla por su ausencia ya que a pesar de los esfuerzos del director por ir creando un ambiente de suspenso, este no es logrado debido a todos los puntos, pasajes, anécdotas y detalles que se quieren lograr. Por lo mismo, en las casi dos horas y media del filme, sólo media es dedicada a la trama, dejando dos horas de «conflictos» adolescentes que para el público no seguidor no dejan de ser maratónicas.
Y ya que Omar Farías habla de los actores, la película se la lleva Alan Rickman quien interpreta a Severus Snape, cada una de sus líneas es interpretada de manera mordaz, dura y efectiva, su palabra es temida por la misma audiencia. Esto contrasta con la actuación de Daniel Radcliffe quien cada vez parece más aburrido de interpretar al «elegido», su actuación deja mucho que desear siempre lenta, neutral y distante del público en general. Y una mención especial a Rupert Grint quien en su papel de Ron, por primera vez en la saga logra poner en práctica sus habilidades histriónicas.
‘Harry Potter y el Misterio del Príncipe’, únicamente de y para los fans.
julio 19, 2009
Categorías: Omar Farías Luces2 . Etiquetas: ciencia ficción, cine, cine ficción, ficción, harry potter, misterio del príncipe, omar farias . Autor: omarfariasdirector . Comments: Deja un comentario